Cristina Pérez de Villar

LABERINTO: ADENTRARSE HACIA ARRIBA.

Proyecto Artierra. Intervenciones en el territorio.Centro de Arte Contemporáneo Medioambiental Valdelarte. Valdelarco (Huelva).

¿Quién sabe qué memorias me despierta este rito arcáico?

He nacido en el Valle del Guadalquivir y, quizás por ello, los laberintos surcan mis venas, como  los deltas y dédalos de este gran río.

Si miro mi cuerpo, hay laberintos erigidos en mis intestinos, mis oídos, en mis ovarios. Aparecieron tatuados en las yemas de mis dedos y, con el tiempo, sirvieron de inspiración en mi pintura, y en mi obra bordada, huellas-laberintos digitales que recorrí con aguja e hilos invocando a Ariadna y a las mujeres tejedoras y arácnidas. Si nos aventuramos entre sus pligues, la danza establece un diálogo entre nuestros hemisferios, también laberintos, influyendo en nuestros biorritmos y reacciones neurológicas.

Recogí mármol de la cantera cercana y abandonada de Navahermosa, lo blanco de lo oculto en el interior oscuro de la Tierra, para componer el centro, el espacio de encuentro y transformación, y rodearlo de otras piedras, escogidas en el propio territorio de Valdelarte y en los terrenos cercanos, ocres y rojizas.

Elegí  un lugar  resguardado y no visible desde el camino, protegido por tres de las especies de árboles que pueblan el bosque (castaños, pinos y alcornoques). 

La estructuras es una de las más antiguas que se conocen, el llamado laberinto clásico o cretense, de tres circuitos.